Carreño y Caludio Coello
En la Escuela
de Madrid de la Pintura Barroca española destacan dos artistas:
Claudio Coello y Carreño, ambos pintores de cámara
de Carlos II.
La mejor obra de Claudio Coello es Adoración de la Sagrada
Forma. El cuadro representa una Misa en un templo mostrado con
gran profundidad. En ella aparece el propio monarca. Otra gran obra
de Claudio Coello es El Triunfo de San Agustín.
Juan Carreño,
por su parte pintó, en otras muchas obras el Retrato de
Carlos II y el Retrato de la Reina Doña Mariana de
Austria.
Diego Velázquez
Velázquez
es el pintor barroco español más importante y una
de las máximas figuras de la pintura universal porque aplica
su genio con fortuna en todos los temas: religiosos, mitológicos,
retratos, históricos, paisajes, bodegones, etc.
Realiza
sus obras en la primera mitad del siglo XVII, en la corte española
que está regida todavía por los Austrias. Velázquez
será el pintor de cámara de Felipe IV.
Tiene características
muy peculiares, pero las más representativas son:
-
Perspectiva
aérea.
-
Profundidad.
Velázquez
desarrolla primero su obra en Sevilla y luego en Madrid. Como otros
pintores de la etapa barroca en España, comienza apegado
al tenebrismo, pero a partir de conocer la obra de Rubens y de su
viaje a Italia, lo abandona y es cuando consigue sus más
afamadas obras geniales.
Ribalta
Las características de Ribalta son el tenebrismo, la sobriedad del
gesto de los personajes y representación de los valores táctiles. Sus principales
obras son:
- El abrazo
de Cristo a San Bernardo. En este cuadro se aprecia un fuerte
tenebrismo. Emplea aquí una composición diagonal
y logra reforzar los valores plásticos (los personajes parecen
esculturas).
- La Santa
Cena. La composición se establece en una mesa circular.
Se trata de una obra colorista con gran peso en las arquitecturas
que rodean la escena.
José de Ribera
José
de Ribera es uno de los grandes artistas de la pintura barroca española.
Se formó en Valencia, pero joven marcha a Italia y se empapa
de las influencias del tenebrismo de Caravaggio.
Destacó por su impecable
y realista tratamiento de la piel y de las arrugas.
Como otros pintores
españoles de la época, sufrirá una evolución
en la abandonando poco a poco el tenebrismo, que ya desaparece en
su célebre obra Martirio de San Bartolomé.
Este abandono del tenebrismo se produce por el contacto e influencia
de Rubens y Velázquez.
Otras obras
importantes de José de Ribera son San Jerónimo
penitente, San Andrés, Santísima Trinidad,
El sueño de Jacob, La Magdalena,
etc.
Se extiende
por Sevilla, Granada y Málaga. Huye del realismo exagerado
buscando la belleza sin rehusar del contenido espiritual. El realismo
se idealiza predominando la serenidad y las imágenes bellas
y equilibradas con un modelado suave.
Destacan como autores:
Juan Martínez
Montañés (1568-1694)
Es el creador
de la escuela sevillana. Su producción es casi toda religiosa.
Su talla está bien modelada, sus ropajes voluminosos dan
grandiosidad a la imagen y concede gran importancia a la anatomía.
La obra que
revela su verdadera personalidad es El Cristo de la Clemencia en
la catedral de Sevilla. Sin excesivo dramatismo, con poca sangre
y aún vivo, mira hacia abajo en actitud de conversar con
el devoto.
Ejecutó
obras tan importantes como el Retablo de Santo Domingo, de la que
sólo se conserva la estatua de Santo Domingo, que se halla
en éxtasis, aunque la expresión sea de calma.
En el Retablo
de San Isidoro del Campo, de Santípoce, en Sevilla, destaca
la figura de San Jerónimo.
Crea el tipo
de Niño Jesús desnudo, delicioso y bello. El de la
Catedral de Sevilla desprende ternura, colocado sobre un cojín,
extiende sus brazos demandando un abrazo. Supone un acercamiento
a los afectos humanos.
La Inmaculada
ocupa un lugar especial en su iconografía. Para la catedral
de Sevilla hace una Virgen que es una mujer joven, con el manto
caído sobre los hombros, con la cabeza levemente inclinada
y una pequeña sonrisa ingenua y melancólica que la
dota de gran religiosidad.
Juan de Mesa
(1583-1627)
Se formó
como aprendiz en el taller de Montañés. Sus clientes
fueron principalmente cofradías procesionales. El crucifijo
es el tema más frecuente en su producción y en especial,
las imágenes de Cristo antes de la muerte.
La culminación
de su dramatismo está en El Jesús del Gran Poder de
la Iglesia de este nombre en Sevilla. Es una imagen procesional
de vestir, es la imagen sufriente y envejecida por la cruenta pasión.
Alonso Cano
(1601-1667)
Fue un artista
completo, pintor, escultor y arquitecto. Su producción pasa
por tres momentos, sevillano, madrileño y granadino.
En Sevilla realiza
el Retablo de la Iglesia de Nuestra Señora de Oliva de Lebrija.
La Virgen de Oliva muestra su estilo idealizado, que aparece de
forma solemne, casi hierática, recogiendo su manto en la
parte superior.
Para la catedral
de Granada hace una Inmaculada. Con la cabeza inclinada, abstraída,
parece sobreponerse al espacio y al tiempo. El manto la envuelve
en amplias curvas. Se trata de pequeñas imágenes con
las que crea tipos nuevos, con un equilibrio armónico entre
el idealismo y el realismo.
Pedro de
Mena (1628-1688)
Es el gran maestro
de la escultura en Granada y fue colaborador de Alonso Cano. Su
estilo desde gran virtuosismo. Huye de la exaltación
del dolor, sus rostros están levemente estilizados, sus figuras
son lánguidas y contemplativas.
Dos de sus mejores
estatuas son el San Francisco de la catedral de Toledo y la Magdalena
Penitente para los jesuitas de Madrid. El punto de mayor expresividad es el rostro, que
da idea de inmenso sufrimiento y que proclama la contenida emoción
de un arrepentimiento