lunes, 3 de diciembre de 2018

THÉODORE GÉRICAULT



Théodore Géricault nace en 1791 en el pequeño pueblo francés de Rouen en el seno de una familia acomodada. Representa antes que ningún otro en territorio francés el Romanticismo, corriente pictórica caracterizada por la supremacía de los sentimientos ante la razón dejando atrás lo clásico e imponiendo la libertad como la mejor técnica para imprimir colores y formas en los lienzos.

De vida intensa y muerte violenta, Géricault comienza sus estudios artísticos con diecisiete años, haciendo de su carrera y su vida una línea poco continua, más bien repleta de altibajos que, por otra parte, no podía tratarse de otra forma si hablamos del Romanticismo y es que Théodore representa en su misma existencia la esencia del espíritu romántico. Como decimos, en la adolescencia comienza a pintar guiado por maestros como Vernet y Guérin. Poco después, en 1816, siguiendo el gusto aventurero de la época, viaja a Italia donde entra en contacto con la obra de Miguel Ángel donde se familiariza con su obra que se convierte en inspiración principal de sus obras presente sobre todo en la fuerza contenida de los gestos de sus personajes y animales. También de él adquiere las proporciones de los cuerpos a las que añade gran tensión, dinamismo y fuerza contenida. Parece que sus caballos van a salir en cualquier momento trotando hacia el espectador.


Sus cuadros, expuestos en diferentes países, no fueron, en general, bien acogidos por la crítica y es que sus obras muestran las rebeldía tanto las temáticas tan alejadas del clasicismo que elige Géricault para sus obras tanto las que representan una crítica contra la sociedad o el poder como la de dementes y enfermos que refleja los rostros de personas comunes con expresiones más realistas que idealistas.

Tampoco podemos olvidar en él la supresión de las normas clásicas ni el uso de las pinceladas gruesas, pastosas, poco ordenadas, Además sus cuadros muestran la pasión y los sentimientos propios del Romanticismo. Así lo vemos en la más famosa de sus obras:


La balsa de la Medusa

Pintada en 1819 fue expuesta en el Salón de París ese mismo año sin gran éxito por lo que su autor decidió presentarlo en Inglaterra donde finalmente tuvo mejor acogida que en el país galo.


El cuadro, de gran tamaño, representa la pasividad del gobierno frente al naufragio de la fragata francesa del mismo nombre que la composición en la que viajaban cientos de personas que, una vez el barco se ha hundido casi en su totalidad, se ven obligados al canibalismo para sobrevivir y es que nadie acude a rescatarlos. Los rostros de las figuras reflejan un enorme dramatismo reforzado con la elección tan acertada de colores que hizo el pintor: tonos oscuros y fríos que utilizó para plasmar lo trágico de la situación. Para la realización del cuadro, Géricault se documentó sobre las circunstancias concretas del desastre, entrevistó a supervivientes e incluso visitó hospitales donde pudo apreciar y copiar los colores de las heridas más profundas así como los rostros de dolor, de desesperación y agonía, tan excelentemente retratados en su obra. El estado de la mar no viene sino a reformar lo agónico de su rescate tardío. Embravecido, amenaza con derribar lo poco que queda de la antigua fragata.


Por encargo Géricault realizó en 1822 una serie de diez cuadros de dementes de los que, desgraciadamente, solo se conservan cinco. Para todos ellos fueron utilizados modelos reales sacados directamente de manicomios, hecho que impactó a la crítica y la sociedad del momento pues los enfermos mentales eran considerados como no humanos. Así de esta serie podemos destacar obras como El cleptómano o las dos representaciones con el título Retrato de mujer loca.



Con estos pequeños retratos Gericault demuestra que el arte debe representar a personajes reales y situaciones de la vida cotidiana, utilizando la fuerza de la pincelada incluso como una crítica a la sociedad tan desigual del siglo XIX.




El tercero de sus pilares si a temática nos referimos, fueron los caballos. Amante de la hípica, retrató de forma excepcional la fisionomía equina que la modeló bajo las premisas del ímpetu, el nervio y la energía pero también bajo la elegancia y la nobleza. Cualidades todas ellas presentes en los animales que, curiosamente, fueron los que acabaron con su vida con tan solo treinta y tres años, después de caer de uno de ellos en el año 1824. 





Obras destacadas sobre este tema son Coracero herido y  Húsar a caballo ambas de 1814.





















Carrera de caballos libres (1817) o Derbi en Empson (1821) fruto este último de uno de sus viajes a Inglaterra donde asistía a multitud de carreras y encuentros hípicos.

Resultado de imagen de Carrera de caballos libres   

domingo, 2 de diciembre de 2018

EUGÈNE DELACROIX

Eugène Delacroix. Autorretrato

Eugène Delacroix fue un hombre de compleja personalidad que rechazó desde el primer momento las normas de la Academia.
En 1806 muere su padre Charles y toda la familia debe trasladarse a París. Ese mismo año ingresa en el Liceo Imperial donde comienza sus estudios artísticos, desarrollados durante años.

En 1817 conoce a Théodore Géricault y posa como uno de los náufragos de su espléndida obra La Balsa de la Medusa. Aquí comienza la relación de admiración y respecto que tendrá el joven pintor por el ya famoso Géricault.
En estos años de estudiante Delacroix visita constantemente el museo del Louvre donde estudia y reproduce los cuadros de los grandes maestros de la pintura a los que, de una forma u otra, copiará y servirán de inspiración para sus propias obras. 
Dentro de su afán de conocimiento por los grandes artistas, viaja a Inglaterra donde entra en contacto con la pintura colorista y paisajista que luego verá consolidada con su viaje al norte de África, territorio que por su luminosidad llamó su atención y determinó las futuras obras del pintor.
Muere en París en el año 1863 dejando tras de sí una de las más prolíficas carreras pictóricas, llenas de centenas de cuadros que sirvieron de inspiración a otros tantos pintores.


Delacroix autograph.png




Su obra
La pintura Romántica francesa posee particularidades que la alejan de la realizada en Inglaterra y Alemania. Así lo demuestran las obras de Delacroix quien, considerado como el continuador de Gericault y el máximo representante del Romanticismo, coloca en primer plano el gusto por el color y las imágenes exóticas, fruto de sus ya citados viajes por África y del profundo conocimiento de la obra de Constable y Turner cuyas obras le sugieren el uso de barnices gracias a los cuales se obtienen nuevos tonos más vibrantes que aportan una magnífica luminosidad a las composiciones. Será, sin lugar a dudas, el conocimiento de otras tierras y culturas, lo que contribuya a la configuración definitiva del uso de la pincelada y el color del pintor, teorías que verá reflejadas en los estudios que sobre el color haga John Burnet, quien aseguraba que cuanto más construido esté un cuadro mediante el color, más ligero aparece el efecto y más realista las figuras. Así el color será el centro de toda la obra de Delacroix.

Las figuras humanas que aparecen en sus composiciones poseen una clara influencia de los modelos pictóricos y escultóricos de Miguel Ángel, atribuyendo al cuerpo humano unas proporciones cuasi perfectas en las que resalta cada músculo del cuerpo masculino y los atributos femeninos. Lo que, por el contrario, introduce Delacroix son las expresiones de sus personajes quienes conservan ojos llenos de sentimiento, expresiones de dolor y rabia, así como miedo y valentía. Une por tanto en sus personajes realismo y clasicismo, obteniendo armoniosas representaciones de temas históricos y literarios que destacan sobre todo por los detalles y las texturas que podemos casi tocar y oler.

Así la temática elegida por el autor ayuda a la grandeza de sus estructuras: los argumentos elegidos por este gran autor son principalmente dos: los históricos y los ambientados en el mundo oriental representando la realidad, evitada hasta entonces.

Sus cuadros más destacados
La Matanza de Quíos
Eugène Delacroix - Le Massacre de Scio.jpg
Fueron las composiciones históricas las que le aportaron la fama y llevaron a su consagración como pintor. Así ocurrió con la magnífica obra La Matanza de Quíos (1824) donde se denuncia la desmesurada violencia ejercida por los turcos contra los griegos. Podemos sentir el dolor que transmiten las figuras sedentes y la altivez del soldado a caballo, satisfecho por la victoria.
El cuadro posee además una perspectiva soberbia que queda reflejada sobre todo por la profundidad que el autor le da, demostrando en un segundo plano las secuelas de la guerra. El cuadro conserva una clara influencia de Velázquez y Gros.



La Barca de Dante
La Barque de Dante (Delacroix 3820).jpg
Pero ésta no fue su primera obra sino que en 1822 presentó La Barca de Dante, obra que suscitó comentarios de todo tipo pero que admiró por el color y la realización, por la potencia del dibujo y la fuerza plástica de las figuras.
Según se ha apuntado desde la Editorial Origen, la verdadera novedad del cuadro fue el uso del color, especialmente en las gotas de agua sobre algunas figuras en primer término. Gracias a estos pequeños detalles podemos concluir que la atención a los fenómenos naturales será constante en el artista.


La Libertad guiando al pueblo
Eugène Delacroix - Le 28 Juillet. La Liberté guidant le peuple.jpgLa más conocida de sus obras es La Libertad guiando al pueblo (1830), donde se reproduce un momento de la Revolución de París del 1830.
En él la Libertad es representada por una mujer con gorro frigio alzando la bandera tricolor republicana, mientras que dirige a una muy variada muchedumbre, situada en un segundo plano. El primero de los valientes es el mismo Delacroix quien, como harían pintores pasados, se autorretrataría en su obra. El tercero de los focos de atención en la composición son los cuerpos inertes de los guerreros muertos quienes, tendidos en el suelo, aportan el contraste junto con aquellos alzados. Gracias a este dualismo Delacroix consigue una gran sensación de movimiento y dinamismo.

PINTURA ROMÁNTICA

La pintura romántica trata de movilizar los pueblos y las conciencias recuperando la potencia sugestiva del color, las composiciones dinámicas marcadas por las posiciones convulsas y los gestos dramáticos, el culto al paisaje ya la luz, los temas de los desastres naturales, las revoluciones políticas y las reivindicaciones nacionales con temas históricos.
La mayoría de los pintores románticos reflejan en sus obras los valores de la época.

Características
  • El movimiento (supone una ruptura con el estilo neoclásico, solemne e inmóvil).
  • El color y la luz (utilizan colores brillantes, aplicados con pinceladas sueltas, y los cuadros se llenan de luz).
  • El paisaje (la naturaleza es la protagonista de la mayoría de los cuadros).

JEAN LOUIS THÉODORE GÉRICAULT - La Balsa de la Medusa (Museo del Louvre, 1818-19).jpgDestaca, sobre todos, Eugène Delacroix (La Libertad guiando al pueblo), Théodore Géricault (La balsa de la medusa).

Eugène Delacroix - Le 28 Juillet. La Liberté guidant le peuple.jpg